domingo, 7 de junio de 2015

Vende tu mensaje: 1. Saluda a tus miedos


"Primera hora de la mañana. Participo en un encuentro profesional. He preparado mi exposición durante semanas. Están acabando de llegar los participantes. Uno de los organizadores me comunica que han cambiado el orden del programa. Mi charla es la primera. Me esfuerzo en sonreír y le aseguro que no hay ningún problema. Me sudan las manos. Tengo la boca seca. Bebo agua. Pienso: "tengo que ir al lavabo" No hay tiempo. Intento concentrarme en un lugar apartado. La mente salta de una idea a otra. La organizadora se acerca. Me avisa que van a cerrar puertas. Mi corazón se acelera y mi mente se queda en blanco. Noto que la blusa se me pega al cuerpo. Hace calor. Entro. Todo el mundo ha tomado asiento. El presentador me hace una señal. Las piernas me tiemblan. Me acerco al escenario y subo..."

Ufff... ¿te suena la situación? Todos tenemos miedos, mucho más cuando nos tenemos que exponer ante los demás y "vendernos" de algún modo ¿tú también, verdad? Pero, ¿te has parado a pensar qué es lo que te da miedo?

Si te encuentras con un león en medio de la calle o una pitón en medio de tu pasillo es lógico que tengas miedo (yo estaría aterrorizada, entraría en pánico, directamente). Es el miedo primario, el que te ayuda a sobrevivir.

Hoy hablo del otro miedo:

¡Señoras y señores, hoy saludamos al miedo que nace en nuestra mente!

La vida te presenta retos, problemas, obstáculos, situaciones nuevas, inesperadas... Y tú ¿cómo los afrontas? ¿Qué te dice tu vocecita interior? ¿Te invita a seguir adelante? o, más bien, ¿te dice que tienes que sentir miedo?

Si lo piensas bien, el miedo nace en tu mente y, si lo dejas, se instala en tu cuerpo. Una vez acomodado, el miedo te bloquea, te impide actuar, moverte, avanzar. Si intentas luchar y liberarte, la mente te vuelve a recordar los motivos por los cuales tienes que tener miedo y... vuelta a empezar. 

Así que...

          ... Saluda a tus miedos. Están aquí, contigo, y son tuyos, de nadie más. Forman parte de ti, no te abandonarán. Tú los creas, si intentas destruirlos o combatirlos estás luchando contra ti mismo. Tener miedo no es bueno ni malo, es. Lo importante es lo que haces con tu miedo.

Voy a compartir siete pasos para convivir (y transformar) tus miedos:

Primer paso: Coge papel y lápiz (o boli o rotuladores de colores) y escribe todo lo que se te ocurra que puede suceder. Sin pensar, escribe el guión de tu peli de terror.

Date un tiempo para observar cómo te sientes. ¿Te ha resultado fácil? ¿Liberador? ¿Te has angustiado? No lo razones. Escribe dos o tres palabras que describan cómo te sientes.

Segundo paso: Prepara lápices de colores (acuarelas, ceras...), retales de tela, papeles de colores, revistas viejas, tijeras...  y dibuja y plasma cómo es tu miedo. ¿Qué rostro tiene? ¿De qué color es su pelo? ¿No tiene pelo?  ¿Es grande o pequeño? ¿Te enseña los dientes o sonríe? ¿Tiene las piernas largas o patas cortas? ¿Tiene manos para atraparte? ¿Es uno o son muchos?

Míralo. Date un tiempo para observar cómo te sientes. ¿Te repele lo que ha surgido? ¿Te agrada? ¿Te sorprende? ¿Te da alegría? ¿Quizás tristeza? No lo razones. Escribe dos o tres palabras que describan cómo te sientes.

"Miedo a que no me quieran" Trabajo realizado en un taller. 
Tercer paso: Con tu miedo mirándote (en forma de dibujo, collage, escultura...) relata en voz alta lo que has escrito. No lo leas. Lo tienes que sentir otra vez. Habla sin pensar, vomita las palabras. Si no hay palabras, saca sonidos. Sin esforzarte. No pares, de un tirón. Da lo mismo que no sea exactamente igual a lo que has escrito, que añadas cosas nuevas o te olvides de otras.

Date un tiempo para observar cómo te sientes. ¿Las palabras salían de tu cabeza o de tu corazón? ¿Tenías que buscarlas? ¿Qué le ha pasado a tu respiración? ¿Tu cuerpo estaba libre o encorsetado? No lo razones. Escribe dos o tres palabras que describan cómo te sientes.

Cuarto paso: Vuelve al escrito del primer paso. Subraya en diferentes colores los miedos que has imaginado. Puedes empezar por los obstáculos (no encuentro el lugar dónde voy a dar la charla, el sistema de audio no funciona, no hay sillas para el público...) Sigue con lo malo que puede suceder (me quedo con la boca seca, sudo mucho y mancho la camisa, me tropiezo al subir al escenario, no viene nadie a escucharme, llegan dos personas pero se han confundido de conferencia ...) Sube otro peldaño: subraya lo peor de lo peor (empiezo a tartamudear, no me salen las palabras, se ríen de mi exposición...)  Localiza las exageraciones, el límite (tiemblo tanto que se me cae el vaso de agua, se moja el cable del micrófono y me electrocuto, me da un ataque al corazón y caigo al suelo... y encima, se me rompe la cremallera del patalón/falda, la prenda se cae al suelo y me quedo desnudo)

Quinto paso: ¡Ya está! Eso es todo lo malo que puede suceder. Ahora vas a distinguir entre lo posible y lo probable. Todo lo que has escrito, dicho en voz alta y dibujado ¿es posible? Según las matemáticas, todo es posible. Estas situaciones y hechos ¿son probables? La mayor parte, no. Lo que no sea probable y/o escape de a tu mano (que se caiga un meteorito del cielo, por ejemplo) lo tachas.

Y con el resto, con lo que es probable que pueda suceder  ¿qué tienes que hacer?

Sexto paso: Uno por uno buscas posibles soluciones a lo que sí es probable que pueda suceder. Si una solución no te convence o no es accesible, busca otra hasta. La creatividad será tu mayor aliada. Por ejemplo:

Imaginas (miedo) Tengo la boca seca ==  Solución (acción) Te aseguras de tener un vaso de agua a mano 
Imaginas (miedo) El audio no funciona == Solución (acción) Con antelación te aseguras que funcionen todos los recursos técnicos
Imaginas (miedo) No me salen las palabras == Solución (acción) Preparas con tiempo tu charla, el mensaje que quieres transmitir, la estructuras y la ensayas. 

Séptimo paso: Siempre tendrás miedo de algo. A todos nos ocurre. Lo más práctico es que asumas que tienes miedo y... actúa. No lo dejes, ni lo evites, ni pongas excusas... Prepárate. En cada nueva situación, en cada etapa, habrá errores. Forman parte del camino. Cada charla, ponencia, conversación o entrevista de trabajo es un peldaño más. No te quedes a medias.

Y tú, ¿qué haces con tus miedos? Compártelo, me gustará saberlo. Espero tus comentarios



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