jueves, 1 de diciembre de 2011

¡Acción!

-          “Y esto, ¿cómo se hace?


-          Haciéndolo.”                          

En este breve diálogo se resume toda una filosofía de vida, de aprendizaje, de superación personal. Cuantas veces, delante de un reto, nos planteamos: “¿seré capaz?”, en lugar de pensar: “¿cómo puedo lograrlo?” Antes de dar el primer paso, ya practicamos un autosabotaje que nos impide explorar nuestras capacidades.
Los actores, paralelamente al trabajo de los ensayos, realizan una preparación del personaje para descubrir cómo es. Es usual que compartan con el director su descubrimiento: “Mi personaje anda como un pajarito… déjame que te lo enseñe”. Y lo hacen. Podrían estar horas y horas teorizando sobre la timidez del protagonista de la obra, sobre los antecedentes que lo convierten en un ser retraído, sobre las circunstancias que han labrado el encogimiento de su cuerpo… sin embargo, no hay forma más clara de expresarlo que ilustrarlo en una breve escenificación.
De igual manera, nos pueden explicar de principio a fin el modo de preparar una exquisita tarta de queso. Podemos tomar notas minuciosas en nuestro cuaderno de recetas y memorizar el proceso de elaboración del postre. ¿Habré aprendido a hacer la tarta? No hasta que no reúna todos los ingredientes y me ponga manos a la masa, no sabré hacerla. Quizás necesite varios intentos: para ajustar ingredientes, para reconocer el punto de cocción justa, para desmoldarla sin que se quiebre la masa… Pero si no me pongo a ello, nunca lo voy a conseguir. No pasará de ser un proyecto ficticio, una ilusión, un “voy a hacer”.  El teatro nos enseña a vivir el presente.  El “voy a hacer” se convierte en “hago”. Aunque sea despacito, con errores, un poco cada día. Aunque me cueste. Pero avanzo. Si me quedo con la mente llena de preguntas, de miedos, de teorías lo que hago es paralizar la “acción”. Y el teatro, como la vida misma, es movimiento constante. Es un fluir permanente dentro del momento presente. De este modo, nuestra vida, igual que las buenas representaciones, se convierte en un encadenamiento de acciones que nos van a llevar a nuestro objetivo: poder disfrutar de un buen trozo de tarta.

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