lunes, 17 de junio de 2013

Sal al bosque... (aprovecha la Vida)



“Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida jamás empezará” Clarissa Pinkola Estés en Mujeres que corren con lobos.

Los cuentos, como el teatro, como la vida misma, son pura acción. Si la protagonista de la historia no hace algo (viajar, buscar un tesoro, preguntar, resolver enigmas, seguir pistas, matar al dragón, conquistar tierras extrañas, superar pruebas, elegir un camino, etc.) no hay cuento: el público se aburre y se va. O peor: se duerme.

En nuestra sociedad encontramos muchas personas que viven sólo en su mente. Invierten gran parte de su energía en pensar qué van a hacer o qué habrían hecho en otras circunstancias. Viven en un futuro que nunca llegará (porque el futuro se construye en el presente, en el ahora) o en un pasado que terminó y ya no se puede remediar, y si es así, ¿por qué darle más vueltas?

Todas nos sentimos muy cómodas y seguras en nuestra zona de confort. Acudimos a los espectáculos que nos han recomendado, comemos platos con ingredientes ya conocidos por nuestro paladar, seguimos blogs de gentes con mentalidades y gustos estéticos similares a los nuestros, leemos los periódicos afines a nuestra ideología y manera de pensar… Es como estar en casa con bata y zapatillas: relajante y manejable.

Os cuento un cuento: “Érase una vez una chica que cada día hacía lo mismo. Se levantaba y, por rutina, siempre escogía unos mismos colores en su vestuario. Por comodidad, se ponía unos pantalones vaqueros. Iba a trabajar. Su tarea no le entusiasmaba. Ella sabía que tenía más potencial y creatividad. Por eso, de vez en cuando, le rondaba por la cabeza la idea de echar más currículums, apuntarse a algún curso o emprender ella misma su propio negocio. Ya llevaba cinco años con este y otros proyectos. Seguro que al próximo lo conseguía. Al acabar la jornada laboral, acudía con sus compañeros a tomar una cervecita al bar de la esquina. La camarera era preciosa, simpática y siempre la saludaba con entusiasmo. Muchas veces soñó en cómo sería acercarse a ella y preguntarle cualquier cosa… por ejemplo si quería acompañarla al cine. Por ahora no se había atrevido. Claro, primero quería apuntarse al gimnasio para hacer natación, cambiarse el estilo del cabello y ensayar unas mil veces el diálogo imaginario delante del espejo de su baño. Mientras, esperaba. Esperaba… ¿a qué? A que sonara el despertador a las siete de la mañana para volver a elegir los mismos colores, el mismo pantalón y la misma rutina.”

¿Te gustó el cuento? A mi tampoco.

Opina lo que quieras sobre Cenicienta: ella acudió al baile. Di lo que te apetezca sobre Blancanieves: se enfrentó a una muerte segura en medio del bosque, convenció al cazador para que la dejara con vida y se entró a compartir casa con siete enanos que no conocía de nada. Habla mal de Caperucita Roja: tenía agallas para andar sola por el bosque, entablar conversación con el lobo y (en la versión de los hermanos Grimm) salir con vida y victoriosa de su aventura.

Juan Sin Miedo se aventuró en lo desconocido para conocerse más a si mismo. El Pescador no paró hasta descubrir qué encerraba el misterio del Castillo de Irás y no Volverás. El Sastrecillo Valiente no dudó en echarse al camino para proclamar su hazaña a los cuatro vientos y, así, conseguir fama y fortuna. Gretel, la cocinera, disfrutaba de su trabajo y comía lo que se le antojaba. Garbancito consiguió hacerse oír engullido en el vientre de un buey. Rapunzel consiguió comunicarse con el exterior en el encierro de su torre. La Bella Durmiente y la Mujer de Barba Azul desobedecieron y transgredieron lo prohibido…


Todos y cada uno de los personajes de los cuentos eligen salir de su zona de confort, de su rutina, de lo cotidiano, para poder avanzar y progresar. A veces, la elección puede ser errónea o fatal (la Bella Durmiente duerme durante mucho tiempo, la Mujer de Barba Azul pone su vida en grave peligro). Aún así, realizar estas acciones supone un tesoro: todo error conlleva una lección. Es a través de esas lecciones cuando el cuento avanza. Por eso, siempre hay tres (o siete, o nueves o más) pruebas, enigmas que resolver, caminos que andar, años que transcurrir, princesas que salvar, tesoros que desenterrar, monstruos que matar…

No lo dudes: aprovecha este mes y sal al bosque. Tu vida está a punto de empezar. Tú das el primer paso, y el segundo, y el tercero, y el… 


Artículo publicado en la revista MujerxMujer



No hay comentarios: