miércoles, 18 de marzo de 2015

Encuentra tu lugar y crece.


Ayer tuve una reunión en un despacho en el que nunca había estado. La sala es amplia, con cuatro o cinco mesas distribuidas en el espacio, archivadores, armarios y unos ventanales enormes. 

En seguida me llamó la atención una planta que está situada al lado de la fotocopiadora: un pothos espectacular. Alguien, con mimo y cariño, ha colocado la maceta dentro de una cesta de mimbre. La planta ha crecido hasta ocupar todo el ruedo de la mesa donde está colocada. Es una belleza: unas hojas brillantes, múltiples matices de verde... Se la ve fuerte y poderosa, llena de vida. 

Se lo comento a la persona que nos ha recibido y me contesta: "antes estaba al lado de la puerta y se iba muriendo... menos mal que la cambiamos de lugar". Y me señala otra planta: "esta también va muy bien"

Y veo una palmera de interior, de tronco grueso, que intenta subsistir encajonada entre dos mesas, tres columnas de papeles y carpetas, un armario archivador que parece un trastero y el ventanal que le sirve de fondo y alimento. Las últimas hojas de la planta, las que buscan una vía de escape hacia el techo de la sala, sí que respiran. Pero las otras, las que no tienen hueco para extenderse, vibrar y crecer, están caídas y mustias. Necesita su espacio con urgencia. 

Y me da por pensar lo importante que es encontrar nuestro sitio. El nuestro, no el que nos indican, nos sugieren, nos prestan, nos ceden o nos imponen. 

Alguno te dirá que, igual que la palmera, somos seres resistentes que, ante carencias, tenemos la capacidad de adaptarnos y resistir. ¿Por qué esforzarte, arriesgar, si más o menos, ya vas tirando? (Aquí tienes un motivo) Es triste conformarse pudiendo lograr mucho más. 

Para desarrollarnos como personas, para descubrir todo nuestro potencial, nuestras posibilidades, para conectarnos con los demás, para dar y recibir... es preciso ocupar nuestro sitio. 

Como el pothos quizás estás en un espacio que no te conviene, te iba bien en un principio, pero todo cambia: tú cambias y tu entorno también. Múevete, haz la prueba y date un tiempo. Seguramente descubras que el cambio es para mejor. 






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